domingo, 5 de septiembre de 2010

CLASE 1

PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA 2010



CLASE 1

PROF. PRADA





Vamos a tratar de definir la diferencia entre psicología social a secas, y psicología social comunitaria.

No es una diferencia tajante, categórica, en la que ustedes se puedan plantar y decir: No, eso no es psicología social, porque la psicología social llega hasta acá y desde acá empieza la psicología social comunitaria. Hay una zona gris importante en lo que se refiere a ese límite.

Por eso es tan difícil definirlo y no todos los profesionales están de acuerdo en que esta diferencia realmente exista.

Pero nosotros creemos que esta diferenciación es útil para pensar determinada modalidad de aproximación a la temática social.

Por eso les propongo que pensemos en cómo surge la psicología social comunitaria. En Los Estados Unidos sería bastante difícil hacer esta diferenciación porque es casi lo mismo que la psicología social.

En cambio en Latinoamérica podemos reconocer características específicas de una psicología social comunitaria.

La historia de Latinoamérica le ha dado una impronta singular a esta disciplina.

Hay un proceso que empieza en los primeros años del siglo XX y tiene su apogeo en la década de los 50.

Y me parece que no podemos soslayar este proceso histórico porque ha tenido ciertas repercusiones en nuestra disciplina.

O sea que para diferenciar la psicología social de la psicología comunitaria es muy importante tener en cuenta nuestra historia.

En Latinoamérica hubo una serie de movimientos, de luchas populares.

Movimientos conducidos por líderes populistas que fueron creando en los pueblos la ilusión de conquistas sociales que se fueron plasmando en mayor o menor medida según los casos.

Estas conquistas tienden a mejorar la situación de los grupos tradicionalmente menos favorecidos en el reparto de bienes.

En algunos países las mejoras se concretan en forma bastante profunda y estable.

En otros lo hacen de un modo parcial y muchas veces efímero.

Pero generan expectativas en las clases populares que tienden a organizarse para seguir luchando por esas mejoras.

Me estoy refiriendo a a los movimientos liderados por Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Pancho Villa, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas en Méjico, Gaitán en Colombia, Villarroel y Paz Estensoro en Bolivia, Jacobo Árbens en Guatemala, Carlos Ibáñez en Chile, José Vatlle en Uruguay, Fidel Castro en Cuba, etcétera, etcétera.

Si ustedes googlean estos nombres van a ver que hay una gran diversidad en estos procesos pero todos tienen en común un reformismo tendiente una mayor igualdad de derechos y una distribución más equitativa de las riquezas. Más allá de las derrotas sufridas, estos procesos generan una inquietud, una esperanza de que es posible revelarse contra las injusticias, contra las imposiciones de los poderosos, y esto vuelve a emerger después de los períodos represivos.

No vamos a caer en la exageración de pretender que a partir de estos movimientos se alcanza la felicidad completa para todos.

Por supuesto que no es así, pero es innegable que muchos sectores populares que no tenían organizaciones políticas con las que se pudieran identificar, empiezan a tener partidos por los que se sienten representados.

Estos movimientos obligan a reconocer a una población que antes era ignorada desde el punto de vista de la política.

Los líderes que les mencioné al pasar, no tienen todos las mismas ideas, no se proponen reformas iguales, pero tienen en común el hecho de reconocer como una fuerza política a esas multitudes que hasta entonces estaban desconocidas, ignoradas por los políticos.

Después de estos procesos ya no se los puede ignorar. Hay que tenerlos en cuenta ya sea para satisfacer sus demandas, para tratar de seducirlos con promesas engañosas, o para planificar cómo sojuzgarlos.

Esta cuestión de no poder ignorar a los desposeídos provoca no sólo en Latinoamérica sino en el mundo lo que se da en llamar el estado del bienestar o estado paternalista. Estado del bienestar es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a una propuesta política o modelo general del Estado y de la organización social , según la cual el Estado debe proveer ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.

O sea es una concepción del estado que intenta generar paliativos para corregir o compensar las desigualdades que se dan en la estructura capitalista.

El estado del bienestar tiene efectos importantísimos en las sociedades occidentales. Uno de esos efectos es el hecho de haber provocado en los sectores más postergados, más marginados de la población, la ilusión de que pueden participar. Estos sectores ya no van a renunciar a unas conquistas que asumen como derechos adquiridos una vez que han alcanzado mejoras considerables en su calidad de vida.

Acá en Argentina se puede discutir y se discute mucho acerca del peronismo. La mayoría de nosotros no tiene términos medios. Somos peronistas o somos gorilas.

Pero nadie niega que en ese período los trabajadores acceden a la educación, a la salud y otras condiciones de vida como nunca antes han disfrutado.

Se ven por primera vez hospitales públicos que además de buenos médicos cuentan con una hotelería de primera. Así se instala la idea de que los más desposeídos también tienen derecho a una buena calidad de vida y que es el estado, o sea la comunidad en forma solidaria, quien debe garantizar ese derecho.

Algunos sectores de la iglesia católica participan del apoyo a estas ideas. Con el concilio vaticano segundo que se desarrolla de 1962 a 1965, el papa Juan 23 se propone democratizar la iglesia. Quiere según sus propias palabras: “Abrir una ventana para que la iglesia pueda mirar hacia el pueblo y para que el pueblo pueda mirar hacia dentro de la iglesia.” Pero Juan 23 muere en 1963, a poco tiempo de comenzado el concilio. De todos modos, a partir de ahí, surge el movimiento de sacerdotes tercermundistas, curas que luchan a favor de los pobres y también afrontan las acciones represivas de los sectores que resisten estas políticas.

En Francia empieza en 1944 el movimiento de curas obreros que también se extiende a España.

Pero el movimiento de sacerdotes para el tercer mundo aquí en Latinoamérica llega a tener bastante fuerza. Intenta articular la renovación de la iglesia que surge del concilio vaticano segundo con una fuerte participación política y social. Son en su mayoría curas que actúan en villas miseria y barrios obreros y canalizan la acción social de la iglesia desde una postura cercana al peronismo de izquierda y por ende al marxismo. Aunque también se apoyan en las reformas del culto surgidas del concilio. Antes se dictaba misa en latín y de espaldas a los fieles porque se tenía el criterio de que el sacerdote le hablaba a dios en nombre del pueblo. El MSTM también tiene como referencia la encíclica populorum progressio del Papa Pablo VI.

En 1967 Helder Câmara, un obispo brasilero, lidera un grupo de 18 obispos de Latinoamérica, Asia y África que publica una proclama donde se denuncian las injusticias sociales que provoca el capitalismo y se declara que la iglesia debe actuar por todos los medios para corregir esa situación. En 1968 la CELAM, CONFERENCIA EPISCOPAL LATINOAMERICANA reunida en Medellín, produce un documento en ese mismo sentido. Estas proclamas tienen fuerte repercusión en Argentina donde se forma un MSTM, MOVIMIENTO DE SACERDOTES PARA EL TERCER MUNDO, que a fines de1968 nuclea a más de 200 curas y hay también unos cuantos obispos, como Jaime de Nevares, Enrique Angelelli, Alberto Devoto, Guillermo Bolatti, Vicente Zaspe, Jerónimo Podestá, Jorge Novak y Miguel Hezaine, que sin integrarse orgánicamente al MSTM, participan de esta preocupación por la justicia social y apoyan tácitamente el movimiento. La cúpula de la iglesia argentina se apresura a producir declaraciones condenatorias de la postura de estos curas tercermundistas. En 1973 hay un encuentro del MSTM donde se manifiestan profundas diferencias que debilitan la organización aunque el compromiso de estos curas con el trabajo social se mantiene activo. Después del concilio Vaticano segundo las misas ya no se hacen en latín, se hacen en el idioma local, en el idioma que hablan los feligreses, porque se considera que es fundamental que el pueblo entienda el contenido de la misa, que comprenda cabalmente el mensaje de esa comunicación con Dios. El sacerdote ya no da la misa de espaldas al pueblo. Porque es el intermediario, es el vocero del pueblo, pero el pueblo tiene derecho a entender las palabras del sacerdote.

Esto entraña un profundo cambio estructural en cuanto al modo de reconocimiento de lo que es el pueblo.

Este cambio surgido de la iglesia genera importantes repercusiones en todos los ámbitos sociales. Porque es innegable que en el mundo occidental la iglesia además de su peso político y económico, tiene desde el punto de vista simbólico, un gran ascendiente sobre la comunidad cristiana.

Estos cambios conceptuales en cuanto a la consideración de los derechos del pueblo, hacen que cuando por los vaivenes políticos se produce un retroceso de las conquistas sociales, los movimientos populares se radicalicen. Radicalizarse no quiere decir que todos se hacen del partido radical.

Lo que pasa es que cuando se empiezan a perder a pasos agigantados las mejoras del estado de bienestar, los sectores populares y sus organizaciones, luchan por conservar o recuperar esas conquistas. La lucha por sostener cierto nivel en su calidad de vida implica movimientos migratorios y movimientos de protesta que contribuyen al aumento de la conflictividad social. Se suele hablar de los movimientos migratorios como un fenómeno de fototropismo positivo. Se comparan las migraciones de los seres humanos con el comportamiento de los insectos que se sienten atraídos por un foco luminoso. Ustedes habrán visto alguna vez especialmente en el campo, que miles de insectos vienen a morir amontonados alrededor de un farol. Hay quienes creen que los hombres se sienten atraídos por las riquezas que se concentran en las grandes ciudades y por eso vienen a morir hacinados en los centros urbanos.

Pero yo creo que en general, la gente no emigra mientras encuentra condiciones favorables en su lugar de origen. Es bastante difícil que alguien se quiera ir de un lugar donde se siente bien.

Si bien existe esa atracción hacia el centro en el sentido de que los migrantes tratan de buscar mejores oportunidades, no se suelen ir hacia lugares más pobres, también es verdad que se tiene que dar cierta hostilidad en el lugar de origen , para que se provoque la migración. Hay situaciones de violencia social, cierre o merma drástica en las fuentes de trabajo, alto deterioro de los salarios, déficit de establecimientos educativos; y también violencia dentro de la familia. Que no necesariamente implica violencia física, sino que también resulta de deficiencias en las relaciones afectivas. Pero las grandes migraciones, las migraciones masivas, se dan por problemas que afectan a porciones importantes de la población.

Cuando las condiciones macroeconómicas hacen que determinadas producciones dejen de ser rentables, o por la sobreexplotación se extinguen los recursos de una región, los trabajadores se ven forzados a emigrar.

Y tienden a concentrarse en las zonas portuarias donde un desarrollo industrial insipiente parece ofrecer mejores perspectivas. Así surgen las villas miseria donde millones de trabajadores que ya no encuentran formas de subsistencia en el interior de las provincias vienen con sus familias con la esperanza de mejorar su situación.

Y ahí se produce una especie de caldo de cultivo para movimientos de lucha por recuperar los derechos perdidos. No es nada raro que esta población victimizada por la violencia de las leyes de la economía capitalista, estos trabajadores expulsados por el comportamiento implacable del mercado, en ciertos casos generen acciones que de algún modo , respondan con agresión a la agresión que los desplazó de su patria chica, despojándolos al mismo tiempo del empleo estable, de la vivienda digna, de los servicios de salud eficientes, de la seguridad de poder escolarizar a sus hijos y hasta de una alimentación suficiente.

Esta actitud de reclamar ante la pérdida de los derechos adquiridos se tradujo entre nosotros, en el movimiento por el regreso de Perón. En realidad lo que se trata de lograr no es que vuelva Perón, sino que vuelvan los derechos que se han ido perdiendo. Porque la gran mayoría de los trabajadores sufrió un cercenamiento muy drástico de sus derechos laborales y sociales. Toda esta situación provocó el interés de los estudiantes de psicología. Que empezaron a preguntarse, a querer entender qué pasa con esta gente que se amontona en las villas, en los asentamientos. Y surge como una rama de la psicología, el intento de visibilizar, de poner en discusión y provocar el debate , acerca del vínculo entre el sufrimiento de estos grupos de población y los condicionamientos socioeconómicos en los que se hallan inmersos estos grupos. Porque si bien es cierto que gran parte del sufrimiento de cada uno tiene muchos componentes singulares, relacionados con nuestra historia personal, también es verdad que todos esos contextos singulares, de alguna manera están inmersos en determinado entorno. Un entorno que muchas veces no se visualiza como el causante de nuestra problemática.

No digo causante a nivel de causa efecto, pero sí a nivel de condición de posibilidad.

Hay una serie de condiciones que posibilita determinados sufrimientos.

Y va a depender de nuestra capacidad para producir diferentes respuestas, que permanezcamos o no, sometidos a esos sufrimientos. Esta es una de las vertientes fundamentales que se tomó como el objetivo de la psicología social comunitaria.

Es decir, que la psicología social surgió como la necesidad de comprender al ser humano en contexto, en situación.

Acá en Argentina, uno de los primeros que descubrió las leyes del comportamiento del ser humano en situación, fue Pichon Riviere.

Él descubrió que hay ciertas leyes que se dan en el comportamiento del sujeto en determinada situación de grupo. Pichon Riviere estudió esto y describió mecanismos y roles que supongo que ustedes ya conocen, como el líder saboteador, el chivo expiatorio, la identificación positiva con el líder, etcétera, etcétera.

La psicología social empezó a desarrollarse en Argentina con Pichon Riviere, Ustedes habrán leído Los procesos grupales y la teoría del vínculo.

y a nivel internacional el primero que habló de psicología social, interaccionismo simbólico, de conductismo social, etcétera, fue George Mead.

Ustedes también supongo, que habrán leído algo de Curt Lewin y la teoría del campo. Eso de que las variaciones de nuestro comportamiento con relación a la norma son condicionadas por la tensión entre las percepciones que tenemos de nosotros mismos y de nuestro espacio vital. Hasta acá nos vamos encontrando con lo que es la psicología social. Y la psicología social comunitaria no es que sea algo tan distinto. Pero todo lo que hemos estudiado como psicología social, Alude a trabajos que están vinculados con algún tipo de encuadre. Inclusive las distintas ramas como la psicología laboral, institucional, organizacional, etcétera, implican determinadas características particulares del encuadre. Psicología institucional, ustedes van a ver que alude más que nada a un encuadre que está ligado a determinada institución, como puede ser una escuela, un hospital, una empresa, etcétera. Cuando es una empresa se le suele decir organizacional, o directamente, laboral.

Según el tipo y las características del encuadre, se van distinguiendo las especialidades. Porque se va acumulando mucho material, mucha experiencia con relación a cada uno de estos encuadres.

Yo les propongo pensar a la psicología comunitaria como aquella especialidad en la que tenemos que practicar en el campo mismo, donde el encuadre no lo creamos nosotros. Sino que nosotros formamos parte, tenemos que participar con la comunidad, para poder producir un estudio y algún efecto en función de lo que nos proponemos como deseable para esa comunidad.

Estos términos tenemos que tomarlos con mucho cuidado, como una aproximación, como títulos que después vamos a ir desarrollando. Porque no se trata de que yo me proponga algo y trate de que la comunidad haga lo que yo deseo.

Después vamos a decidir qué es lo que consideramos deseable, qué es lo que creemos que sería sano para una comunidad. Por ahora, lo concreto es que una de las características que vamos a tomar como propias del psicólogo comunitario, es que participa en la comunidad, que está, que debe estar inmerso en la comunidad, y que no cuenta con un encuadre definido como lo hay en las otras ramas de la psicología social.

a diferencia de la sociedad, que se funda en contratos, la comunidad se funda en pactos y formar parte de una comunidad implica tener un sentimiento de pertenencia que nos liga a esa comunidad. El sentimiento de pertenencia trasciende a las obligaciones establecidas por contrato. Podemos decir que en lo comunitario se manifiesta la subjetividad. Las relaciones comunitarias se basan en pactos que implican un compromiso subjetivo, un sentirse comprometido con el otro. A diferencia de las relaciones societales que se basan en la legalidad de lo contractual y donde no interviene la subjetividad, donde no participan los sentimientos. Entonces vamos a distinguir como comunitario, aquel ámbito donde nos sentimos subjetivamente comprometidos. Es importante tener en cuenta esto como herramienta cuando queremos analizar ciertos comportamientos grupales. Por ejemplo entre las personas ciegas suele darse una fuerte resistencia a reconocer su pertenencia a la comunidad de personas ciegas. No es raro escuchar que una persona ciega diga que lo único que tiene en común con los demás ciegos es el hecho de no ver. Son muchas las personas ciegas que no quieren ser identificadas como tales. Esto obviamente, tiene que ver con el rechazo del estigma. Tienen la impresión de que sentirse parte de una comunidad de personas ciegas implica la autosegregasión, la auto imposición del estigma. No se identifican y no aceptan ser identificados como ciegos por el aspecto negativo, por la privación que significa la ceguera. Todo esto tiene mucho que ver con lo que estamos hablando de la psicología comunitaria. Porque esto no está relacionado con ningún contrato. Nadie está contratado para ser ciego. Uno pertenece a la comunidad de ciegos en tanto se siente como perteneciente a esa comunidad. Entonces, vamos a ir viendo como en lo comunitario, lo que se manifiesta fundamentalmente, es la subjetividad.

En tanto lo social es la relación entre la subjetividad y lo contractual. Lo social es la forma en que la subjetividad se encuadra en lo contractual.

Cuando ustedes están haciendo un trabajo de dinámica grupal, establecen un encuadre en función del cual van a tratar de detectar los distintos roles aplicando las técnicas grupales. En un proceso grupal, a partir del encuadre establecido, ustedes van a tratar de detectar los diferentes roles, quién es el líder saboteador, quien es el que se hace cargo de la emergencia cuando en un momento dado, se pone de manifiesto algo que estaba latente en el grupo, etcétera.

Esto de poner un encuadre implica establecer una ley, implica trabajar en la relación entre la subjetividad y la ley.

En tanto en el trabajo comunitario nosotros tenemos que tratar de detectar esos emergentes, porque las categorías son las mismas, recuerden que sigue siendo psicología social, no estamos hablando de otra ciencia, . Pero tenemos que hacerlo en un ámbito dado, donde no hay un encuadre establecido por nosotros.

Si yo voy a trabajar en un hogar para madres adolescentes es una cosa, si me propongo ver cómo mejorar la forma en que opera esta institución, eso sería psicología institucional.

Pero si quiero actuar en un barrio donde se dan muchos casos de embarazos adolescentes, ya es otra historia. Ahí voy a tener que insertarme en un medio donde yo no pongo las condiciones, no pongo un encuadre. Ahí yo voy a ser un partícipe más dentro de esa comunidad. Un partícipe que trata de proponer cosas, de provocar intervenciones, de acuerdo con el rol que me toque jugar. Porque puedo llegar con la cara del funcionario o o con la cara del investigador, pero en todos los casos, tengo que acercarme a esa comunidad, pero no les puedo imponer las características del encuadre al que ellos se tienen que adecuar.

Yo diría que esta es una de las principales características que definen a la psicología social comunitaria.

Es una propuesta para seguir discutiendo, pero me parece que puede ser útil pensarlo de esta manera. Este tipo de intervenciones del psicólogo, generalmente se provocan en situaciones de riesgo. Cuando se trata de estudiar grupos violentos como por ejemplo, las barras bravas, se afrontan ciertos riesgos.

En esos casos no podemos establecer un encuadre y trabajar de acuerdo con las técnicas de la dinámica grupal que ya conocemos. Pero sí podemos insertarnos y participar a la par del grupo. Y hacer un estudio de cuáles son las características del líder, qué es lo que buscan aquellos que se identifican con ese líder y por qué buscan eso, de dónde vienen esos sujetos, qué tipo de construcción es la que está en la base de su imaginario y hace que necesiten identificarse con un líder de esas características. Para hacer un análisis de todo esto y producir intervenciones tendientes a modificar algo de la situación, el psicólogo comunitario no puede imponer un encuadre a ese grupo que está tratando de estudiar. Esto es lo que les propongo pensar como característico de la psicología comunitaria.

Porque estamos hablando de intervenir con la comunidad en función de lo que la comunidad ya es. Nosotros, los psicólogos, no le podemos crear una situación a la comunidad. Si interactuamos con grupos que se avienen a trabajar dentro de un marco institucional, tenemos muchas posibilidades con todas las herramientas que nos da la psicología social. Pero de no ser así, nosotros tenemos que ver de qué manera nos podemos acercar a esos sujetos. El psicólogo comunitario es ese, el que tiene que meterse dentro de la comunidad para intervenir en las situaciones, en vez de meter a la comunidad en las instituciones. Cuando las situaciones conflictivas se dan en sectores de la comunidad que no se avienen a la intervención institucional, la psicología social debe ir a la comunidad y esa es la tarea del psicólogo comunitario. Este diferenciar la psicología comunitaria no es un mero capricho de erudición, implica pensar en modalidades de abordaje también diferentes. No vamos a ignorar todo lo que aprendimos de la psicología social. Vamos a tratar de aprovechar todos los conceptos que traemos, pero revisándolos desde una perspectiva que les va a imponer ciertas modificaciones. No vamos a poder hacer una intervención de la misma manera que con un grupo que está predispuesto a escuchar nuestras intervenciones. Porque nos podemos encontrar con grupos que no estén dispuestos a escuchar nuestras intervenciones. Sin embargo vamos a tener que producir intervenciones. Y lo vamos a hacer por medio de acciones que puedan llegar a provocar la reflexión . Esto en algunos casos es bastante difícil, pero es la tarea propia del psicólogo comunitario y es lo que vamos a tratar de estudiar en este cuatrimestre.

Vamos a ir desarrollando distintas modalidades de abordaje.

Las intervenciones del psicólogo comunitario se basan por lo general en una técnica que ustedes tal vez vieron en metodología cualitativa, que es la investigación-acción.

Que como el nombre lo dice, se trata de investigar actuando dentro de la comunidad. Si quieren tener un ejemplo de lo que es investigación-acción, les sugiero leer un trabajo de Erving Goffman que no está recomendado en el programa, pero es interesante, y se tiene como modelo desde hace varios años, porque está escrito en una forma bastante accesible. (Internados, ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales, Amorrortu, Buenos Aires 1994), Goffman se especializó en el estudio de la influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana y está considerado como pionero en el estudio de las interacciones cara a cara o micro sociología. En ese trabajo lo que hizo Goffman fue insertarse en un hospital de psiquiatría como profesor de gimnasia, pero se preocupó de tomar distancia para que no lo confundieran con un psiquiatra. Así se pudo ganar la confianza de los internos y estudiar el efecto del discurso psiquiátrico sobre los pacientes. Sus acciones le permitieron acercarse a esos sujetos y así pudo conocer algo de lo que ellos pensaban con respecto a la propuesta terapéutica de los médicos psiquiatras. Es un trabajo muy interesante. Si quieren verlo les puedo facilitar el texto escaneado. Creo que la investigación-acción es una de las principales herramientas con que cuenta el psicólogo comunitario. También vamos a ver el trabajo de Rosana Guber sobre observación participante, que también es investigación-acción. Me parece que realmente tenemos un campo de acción bastante interesante. Lo primero que tenemos que ver al abordar determinada situación, es qué es lo que nos proponemos cambiar.

Porque el psicólogo comunitario no va a insertarse en un grupo como mero erudito para analizar un bicho que está ahí, bajo el microscopio, describir las características y nada más. Cuando nos acercamos a un grupo es porque algo nos llama la atención. Entonces tenemos que empezar por analizar en nosotros, qué es lo que nos interesa, que es lo que nos preocupa con relación a ese grupo. Y qué efectos buscamos, qué cambios queremos producir. Porque si nos acercamos a una comunidad, si nos insertamos en un grupo humano, no es por divertirnos ni por satisfacer una curiosidad, es porque ahí hay alguna problemática que nos llama la atención, algo que necesitamos entender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario